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  • 2010-06-15
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  • Excolegiata de Santa María la Mayor

  • Excolegiata de Santa María la Mayor

    De la antigua parroquia de Santa María la Mayor se conserva su torre-campanario, de la primera mitad del siglo XIV, adosada al brazo izquierdo del crucero de la actual iglesia barroca, que es de poderosas proporciones, con planta cuadrada ochavada...

  • Plaza España, 10

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  • Muy próxima al conjunto de la lonja y de la casa consistorial se eleva la gran iglesia parroquial de Santa María la Mayor, que fue colegiata hasta 1851. Del antiguo templo gótico sólo se han conservado la gran torre campanario y una pequeña esquina de la nave de la epístola. Se trataba de una construcción ostensiblemente más pequeña que el actual templo barroco y estaba orientada hacia el este. Tenía tres naves, la central más alta que las laterales, girola dividida en cuatro tramos cuadrados y cinco triangulares, y capillas absidiales de planta cuadrada. Se cubría toda ella con bóveda de crucería sencilla.

    La torre estaba en los pies de la iglesia, adosada a la nave de la epístola. Actualmente ha quedado descentrada y unida al tramo occidental del crucero del templo barroco. Se construyó durante la primera mitad del siglo XIV, añadiéndose en el siglo XVI el remate de ladrillo y las últimas hileras de piedra. Su construcción probablemente debió de responder a una iniciativa del Concejo, que levantaría tan magnífica obra para oponerla al castillo de los calatravos y al poder que éste simbolizaba. También se ha destacado su plurifuncionalidad: religiosa (torre-campanario) y militar (habitación-refugio). Se trata de una gran torre prismática, de planta cuadrada, realizada con grandes sillares que exteriormente presenta sus ángulos o esquinas achaflanadas y reforzadas hasta la mitad de su alzado con un doble contrafuerte. En ella se distinguen cuatro plantas, que exteriormente se definen por cornisas.

    A principios del siglo XVIII se tomó la decisión de demoler el templo gótico de Santa María la Mayor. El nuevo templo barroco acogió la antigua torre campanario y la recién concluida capilla de la Soledad, cuya construcción se inició en 1698, siendo terminada, tras varias interrupciones, en 1732. El maestro de la obra fue Gaspar Serrano y las pinturas se deben a Francisco Plano y a su hijo Felipe. Las vidrieras las realizó José Dueñas, vidriero también de Zaragoza. Esta capilla se proyectó como una obra independiente y unitaria. Se encuentra en el lado de la epístola, concretamente en su tercer tramo. Exteriormente forma un gran paralelepípedo cubierto por un tejado de triple vertiente y con una gran torre-cimborrio. El presbiterio de la capilla está ocupado por un gran baldaquino. En cuanto a los temas iconográficos de su decoración interior, realizados en estuco, se corresponden con los de una capilla dedicada a la Pasión de Cristo, a la Soledad, al Silencio. Esta decoración se concluyó seguramente a finales del siglo XVIII y sustituyó a las pinturas de Francisco Plano.

    Desde finales del siglo XVII se alude al mal estado de conservación del templo gótico. Además, en octubre de 1731 se produjo el incendio del retablo mayor que afectó a la columna inmediata al coro que acabó desplomándose en 1735, lo que produjo el derrumbamiento de una parte de la nave. Lo cierto es que en la decisión de derruirla fue fundamental el deseo de tener un templo de mayor capacidad, acorde con el gusto de la época. Así, el 25 de agosto de 1735 Tomás de Agüero, arzobispo de Zaragoza, autoriza la demolición de la iglesia, encargándose a Domingo de Yarza el diseño del nuevo templo. La fábrica de esta nueva iglesia fue rematada a favor de Silvestre Colás y Miguel de Aguas en 1736. A partir de 1737 se hizo cargo de las obras únicamente Miguel de Aguas, a cuya muerte, en 1749, le sucedió en este cargo fray Anastasio Aznar. La mayor parte de la obra se realizó hasta 1757 y a principios de la década de los ochenta se puede decir que ya estaba concluida.

    La planta de esta iglesia sigue el esquema básico del templo del Pilar de Zaragoza, y puede considerarse un trasunto de ésta: planta rectangular de tres naves de igual altura, crucero alineado, capillas laterales y cuatro torres en sus ángulos. Si bien es cierto que el paradigma para la arquitectura religiosa barroca de Aragón, entre 1675 y 1765, fue el Pilar de Zaragoza, la iglesia colegial de Alcañiz sirvió como hilo conductor o transmisor de la misma idea en todo el Bajo Aragón. El proyecto pilarista que tanta influencia tuvo fue el que Felipe Sánchez realizó en 1674-1678, que presentaba la típica planta de salón y el soporte basado en la idea de superponer a un pilar cruciforme el fragmento de un gran entablamento y sobre él un pilar menor. Este modelo de iglesia se ve en numerosos ejemplos bajoaragoneses.

    Su fachada principal, de enormes proporciones, está flanqueada por dos altas torres y acoge una gran portada en arco de medio punto. Se concibe como portada-retablo y logra aunar perfectamente la idea barroca de movimiento con un impresionante sentido de armonía y belleza plástica. En ella se incluyen numerosas imágenes: Santa María, San Pedro, San Pablo, etc. Esta portada está estructurada en tres cuerpos horizontales y se concibe de acuerdo a una clara composición piramidal, la cual crea un ritmo ascendente, subrayado por los elementos curvos de su zona central: arco de ingreso, dosel de la Virgen y arco mixtilíneo de la ventana superior.
    En cuanto a las torres, en el proyecto original se incluía una en cada uno de sus ángulos. Las dos de la fachada se realizaron enteramente en piedra sillar y se coronaron con un remate basado en un triple escalonamiento. Las de la cabecera se proyectaron más modestas, tanto en dimensiones como en el material usado: el ladrillo. La del lado del evangelio apenas resalta como volumen exterior, por lo que es una obra, sin duda, inconclusa.

    Respecto a las cubiertas, la nave central y los brazos de la nave crucero se cubren con bóveda de cañón con lunetos, las naves laterales con bóveda de arista, el crucero con gran cúpula sobre pechinas, y las capillas laterales con cúpulas de planta circular y elíptica. La decoración en estucos es de gran calidad y se concentra en los pilares, ventanas y cúpulas. El cimborrio correspondiente a la cúpula central se hizo en ladrillo. Es de planta octogonal y está decorado con motivos geométricos.
    En cuanto a las obras que acoge, únicamente mencionaremos su retablo mayor y las conservadas en su sacristía. El retablo mayor es obra de Tomás Llovet (1800-1805) y tras la guerra sufrió importantes reformas o modificaciones. Los destrozos que se causaron en él afectaron fundamentalmente a las zonas con figuras. En la sacristía se conserva un interesante conjunto de tablas góticas atribuidas al taller de Domingo Ram, uno de los pintores de retablos más importantes de Aragón a finales del siglo XV. Las obras conservadas son una tabla central de un retablo en la que se ve a Santa María Magdalena y una segunda tabla, que debió de ser un banco o predela, en la que se representa a San Jerónimo, San Miguel, San Gregorio, San Pablo y la Virgen del Rosario. En este mismo lugar se conserva un conjunto de tablas atribuidas al Maestro de Alcañiz. Están datadas en las dos primeras décadas del siglo XVI (ca. 1520) e inscritas en la corriente valenciana. Representan a San Cosme y San Damián, Santa Catalina de Siena y Santa Apolonia, San Jerónimo, San Pedro, San Blas y una Epifanía.

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