Formó parte del antiguo convento de Carmelitas fundado en 1603, aunque el edificio no se concluyó hasta finales de siglo, hacia 1697. Esta iglesia tiene tres naves, la central más alta y ancha que las laterales. Está cubierta con bóveda de cañón con lunetos y presenta una interesante decoración barroco-mudéjar en el intradós de sus arcos perpiaños. Lo más interesante de la construcción es, sin duda, su portada-retablo, dividida en dos cuerpos y con unas magníficas columnas salomónicas. El antiguo claustro está actualmente incluido en el edificio de juzgados. Continúa la tradición renacentista, dispuesto en dos plantas de arquerías sobre columnas. También tiene gran valor artístico su retablo mayor, obra capitulada con Jaime Nogués en 1716. Únicamente se ha conservado su magnífica mazonería. Tras la guerra civil fue restaurado por los hermanos Albareda.